¡Hola!
Hoy os traigo mi última tarta. Se titula "Tarta Dragón Azul" pero en realidad es Smaug, procedente de una realidad alternativa (de ahí que sea azul y no rojo y dorado). Y con ella tacho una más de las tartas de la interminable lista de proyectos pendientes.
En primer lugar quiero dejar claro que el diseño no es mío. Está inspirado/basado/copiado de esta espectacular estatuilla de John Howe perteneciente a la colección Esculturas de la Tierra Media.
Es así como siempre me había imaginado a Smaug, acurrucadito sobre el tesoro de Thrór, cobijadito bajo sus alitas de murciélago, echando una siestecita en las entrañas de la Montaña Solitaria. Y así es cómo, desde la primera vez que vi esta maravilla, tuve claro que haría mi primera tarta de dragón. Si tenéis un ratito, os animo a que busquéis en la web las acuarelas de este artista así como las demás esculturas. Son realmente impresionantes.
En segundo lugar, ¡MUCHAS FELICIDADES YLIANA! Con las prisas se me olvidó. Me acordé ya camino a Lima. Fue un placer hacerla. No disfrutaba tantísimo con un proyecto desde la primera tarta de Pesadilla antes de Navidad.
Hechas las aclaraciones, hablemos de la tarta.
Hace meses, mucho antes de que se pidiera esta tarta, cuando la añadí a la lista de proyectos, me di cuenta de que la mayor dificultad que tendría serían las alas porque claro, el bronce no tiene nada que ver con el fondant. Tuve claro que no quería usar soportes metálicos, que es cómo, por lo que he visto, se suele hacer. Ahora que, como dijo Platón, la necesidad es la Madre de la invención. Después de dedicar horas y horas a pensar cómo conseguiría recrear las alas de Smaug en azúcar, os mostraré lo que se me ocurrió. Éste es el invento que finalmente hizo de soporte a las alas mientras secaban.
Hicieron falta varios intentos pero finalmente, el resultado fue óptimo.
En el primer intento cubrí por completo el soporte con film. Ésto le dio al interior una textura similar a la de las alas de murciélago que me gustó mucho, pero no se secó, claro.
En el segundo intento, cubrí sólo las pajitas con film. Esta vez sí secó, pero había dejado el fondant demasiado fino y al levantarlo se hizo migas.
A la tercera fue la vencida, cubriendo sólo las pajitas con film, con el fondant más grueso y siendo generosa con el CMC. Desafortunadamente, al pintarlas, la más grande se partió. Ese es el motivo de que tengan esa extraña tira por la parte delantera. A 12 horas de entregarla, no daba tiempo de hacer otra y pintarla y montarla y ...
Las alas y el tesoro son lo que hacen que la tarta haya quedado tan llamativa, pero recordemos que ésta es la "Tarta Dragón Azul". Sin dragón no habría ni alas ni tesoro. Hablemos, pues, del dragón. O mejor aún, veamos cómo comenzó el proyecto.
En la imagen no lo parece pero era un bizcocho enorme de chocolate a la naranja que pesaría casi 2 kg. No tengo imágenes del bizcocho tallado y relleno ni de él recién forrado de fondant aunque sí hay éstas intermedias.



Hablemos del color. Aunque hay detalles de la tarta que están pintados con el pincel, utilicé el aerógrafo para dar color prácticamente a la totalidad del trabajo. Empecé con el tesoro utilizando amarillo limón. Después pinté el dragón. Como ya he dicho, las fotos no son fieles a los colores auténticos. El dragón lleva tres tonos, azul cielo, cobalto y pátina azul.
Lo siguiente fue dar las sombras. Utilicé negro. Empecé por cubrir la unión del dragón y el tesoro, que estaba verde, y que me estaba sacando de quicio. Después di sombra al tesoro y por último al dragón. "Los que opinaban" no hacían más que decirme que me estaba pasando con el negro. Yo creo que me quedé corta. Creo que en las cavernas de la Montaña Solitaria, el negro es precisamente lo que abunda.
Lo siguiente fue dar pátina dorada (que en estas fotos es prácticamente imperceptible) al tesoro. En un principio consideré utilizar bronce y cobre también para destacar detalles del tesoro pero deseché esta idea ya que, a mi entender, hubiese creado demasiados focos de atención que hubiesen producido un efecto caótico. Creo que en esto acerté.
Por último, utilicé pátina perlada para dar luz a las zonas más claras. ¡Estoy sin blanco! En el fondo fue una suerte porque me suelo pasar con él y mato los colores. Aún sabiéndolo, de haber tenido blanco, estoy segura de que lo hubiese utilizado y que me hubiese acabado arrepintiendo.
Había modelado con anterioridad lo que serían las garras del dragón. No sé cómo pude pensar que de alguna manera pudiesen estar en proporción con el resto del dragón, sobre todo teniendo en cuenta que a la vez modelé un ensayo de la cabeza, cuyas dimensiones sí había calculado. Me dio pena no poder incluirlas pero, como se aprecia en la imagen, hubiese sido esperpéntico.
Se me está alargando demasiado este post. Voy a dejar unas imágenes más de la tarta acabada y ya me despido hasta la próxima. Para los que más paciencia tengan, dejo también un pase de diapositivas con tropecientas mil fotos desde todos los ángulos. En esta ocasión, la música vendrá a petición. Tendréis que pulsar el altavoz.
Saludos,
Laura




Y, por fin, el pase de diapositivas. Recomiendo reproducirlo a pantalla completa. Si no, hay algunas fotos que aparecen cortadas.